Si hablamos de una construcción presente hace años en General Roca fácilmente podemos recordar, entre otros lugares, a los departamentos del consorcio de la calle Mitre y San Juan. Es una edificación con historia en la ciudad, que ya cumplió sus 40 años albergando familias.
En total son doce los departamentos, que se dividen en dos alas, todas ubicadas sobre la calle Mitre, que fueron rápidamente vendidos. “De los primitivos dueños que estuvieron acá cuando se hizo el primer consorcio no hay nadie. Unos se han ido al centro, otros han vendido, otros fallecieron”, cuenta Reina de la Canal, vecina y ex encargada del Consorcio. “El 22 de febrero van a hacer trece años que compre el mío” recuerda.
Los departamentos de la planta baja son todos iguales, los que se encuentran ubicados en la planta alta tienen un dormitorio más. Además, a cada uno le corresponde un lugar en la parte trasera del edificio, para guardar sus automóviles. Pero, más allá de los aspectos edilicios, también merecen un lugar en esta historia, las vidas de los vecinos que por allí pasaron.
Este consorcio se integra por dueños e inquilinos. Son serviciales entre ellos y sobretodo muy unidos. “Tenemos muy buena relación - describe Reina- Nos juntamos a veces ahí afuera, nos vemos, nos llamamos por teléfono, sabemos si hay un enfermo o no. Es lindo, uno se siente protegida, cuidada”.
Durante su cargo de encargada del Consorcio, Reina tiene muchas anécdotas por contar. El año pasado, tuvo problemas de salud y renunció a su cargo. Su nieta fue quién resulto electa como la nueva encargada por los diez integrantes del consorcio.
Para solventar los gastos de mantenimiento se cobran expensas. “A los propietarios y a los inquilinos les importa que se corte el césped, que se limpie, que se arregle lo que se tenga que arreglar para que este todo en buenas condiciones” asegura Reina . Aunque siguen faltándoles cosas por las cuales pelear, como por la pintura de las paredes del frente del edificio. “Tiene 40 años y esta todavía en uso. Lo que a mi me da bronca es que cobrando las expensas no trataron de pintarlo y arreglarlo. Lo dejaron venir muy abajo y ahora estamos tratando de juntar plata, para cobrar una extra en las expensas para poder pintar el edificio. Ya pintamos casi todas las persianas”.
Tienen un reglamento de copropiedad que establece principalmente que no se puede tener mascota, que hay que mantener el silencio después de las doce de la noche y que hay que cerrar con llave la puerta de la entrada después de las 10 de la noche. La mayoría cumple estas pautas. De esta manera consiguieron llevarse bien, convivir en armonía y hasta destejar el fin de año.
Es cierto, cada familia es un mundo, y cada edificio también.
Texto y fotos: Marianela Vergara
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